La revolución que hemos tenido en los últimos años con los teléfonos móviles que hacen que mucha gente no se separe de ellos, está comenzando a afectar la relaciones con los grupos de amigos y con la pareja.
No es extraño ver en un restaurante ver cómo gente que está compartiendo mesa no paran de mirar su móvil en lugar de establecer una conversación con las personas con las que están sentados. De hecho en los países anglosajones ya se ha inventado el término que mezcla la palabra móvil con insultar, para referirse a «ningunear con el móvil».
Un estudio de la Universidad de Baylor, ha entrevistado a 453 personas, de los cuales el 46%, en algún momento, han sentido que su pareja ha hecho más caso al móvil que a ellos en algún momento, incluso el 22% dicen que este hecho ha supuesto un conflicto para la pareja. Esto es un problema para las parejas, ya que, mientras un miembro de la pareja está con el móvil, está perdiendo tiempo que podría estar compartiendo con su pareja. Esto puede generar celos e inluso depresión en la parte de la pareja que se siente despreciada por el móvil. No sentirse antendido es una de las mayores frustaciones que hay.
Una persona que esté en muchos grupos de WhatsApp, tenga muchas conversaciones, y tenga la necesidad de contestar rápidamente, tendrá más probabilidad de tener discusiones con su pareja. ¿La solución? La lógica, dejar el móvil a un lado cuando estamos con la persona o con las personas que queremos. Ese mensaje de WhatsApp puede ser respondido un poco más tarde con tal de hacer que las personas con las que compartimos nuestra vida se sientan atendidas y cómodas.
Desde hace ya tiempo existe la movíl-adicción y han comenzado a crear diversas terapias para desengancharse del móvil. ¿Estamos ante una nueva droga?