Miles de vecinos de Colmenar Viejo y Tres Cantos han vuelto a manifestarse contra la futura planta de biogás proyectada junto al actual vertedero. La protesta, convocada por la plataforma Stop Biogás 3CV, denuncia riesgos ambientales, sanitarios y de movilidad. Sin embargo, las voces críticas mantienen un discurso cada vez más rígido frente a un proyecto que también presenta beneficios dentro de la transición ecológica.
¿Un nuevo capítulo en la batalla vecinal?
Las calles de Colmenar Viejo acogieron este domingo 26 de octubre de 2025 una nueva movilización contra el proyecto impulsado por PreZero y Enagás Renovable. Tras la concentración del pasado 27 de abril, los manifestantes retomaron el lema “Ni tan grande ni tan cerca” para denunciar que la infraestructura “amenaza la salud pública” y generará molestias en barrios cercanos a la M-607.
La marcha inició en la Avenida de los Remedios con Alto de la Camorcha y finalizó en la plaza del Ayuntamiento, donde cuatro portavoces leyeron un manifiesto. Según la organización, unas 8.500 personas participaron, aunque la cifra osciló durante el recorrido.
¿Una macroplanta injustificada?
La plataforma denuncia que el proyecto contempla 75.000 toneladas anuales de residuos orgánicos, mientras que Colmenar Viejo y Tres Cantos no generan ni la mitad. Además, recuerdan que ninguno cuenta aún con recogida separada plenamente implantada. Para ellos, este desajuste invita a pensar en la llegada de basura desde otras localidades de la Comunidad de Madrid.
“Eso significa que decenas de miles de toneladas vendrán de otros lugares […] recorriendo cada día nuestras carreteras en camiones pesados”, señalaban en el manifiesto entre aplausos de los asistentes.
Los opositores insisten en que esta carga añadida de tráfico afectará a una M-607 ya saturada en horas punta, provocando mayor contaminación y ruido junto a núcleos residenciales.
¿Por qué aquí y no en otro sitio?
Una de las críticas reiteradas se centra en la ubicación. La planta se ubicará a menos de 1.500 metros de viviendas y centros educativos, una distancia que para la plataforma resulta insuficiente. También preocupa la proximidad al actual vertedero, que ya arrastra denuncias vecinales por olores durante los meses de verano.
Sin embargo, la normativa europea permite este tipo de instalaciones siempre que cumplan con límites ambientales y de seguridad, un aspecto que el Ayuntamiento subraya con insistencia.
El espejo europeo…
Los manifestantes señalan como alternativa el modelo del norte de Europa: plantas pequeñas, gestionadas por cooperativas agrícolas y dirigidas a cubrir necesidades locales, con beneficios que se redistribuyen en el territorio.
Peticiones al Ayuntamiento: transparencia y participación
La plataforma lanza tres exigencias claras al Consistorio:
- Auditar la capacidad real del proyecto frente a los residuos locales disponibles.
- Exigir informes rigurosos sobre tráfico, emisiones, olores y salud pública.
- Impulsar consultas vecinales formales.
Además, reclaman a los promotores “transparencia y respeto por el territorio que pretenden ocupar” y recuerdan a las administraciones estatal y autonómica que “la transición ecológica no puede construirse contra los pueblos ni a costa de ellos”.
Críticas técnicas: olores, emisiones y partículas
Los colectivos aseguran que la planta generará emisiones de óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono y partículas PM10 y PM2.5, asociadas a molestias y problemas de calidad del aire. También temen la liberación de metano y amoniaco, responsables de los malos olores habituales en instalaciones de tratamiento de residuos.
La documentación actualmente disponible no convence a los opositores, quienes consideran insuficiente la información ambiental presentada. De hecho, han recurrido judicialmente la declaración de utilidad pública aprobada en abril de 2024.
La postura institucional: entre obligación y oportunidad
El Gobierno de Colmenar Viejo sostiene que impedir el proyecto podría constituir prevaricación, recordando que la planta cumple la normativa vigente y que su supervisión será “estricta”. El Ayuntamiento de Tres Cantos ha solicitado revisar la ubicación, sin cuestionar el concepto de energía renovable.
Las empresas promotoras afirman que su tecnología elimina “hasta un 99 % de los olores” y que el biometano producido se inyectará en la red de gas, equivalente al consumo energético de unas 30.000 personas. También destacan que la infraestructura se alinea con estrategias de economía circular respaldadas con fondos europeos.
¿Inmovilismo o legítima defensa del territorio?
El discurso vecinal se ha endurecido en los últimos meses. Si bien sus preocupaciones son comprensibles, algunos analistas observan una evolución hacia posiciones más inmovilistas, que rechazan cualquier infraestructura independientemente de sus garantías.
La pregunta es legítima: ¿hay margen para el diálogo, o el “no” se ha convertido en un fin en sí mismo?
Los beneficios del biogás: una pieza de la transición energética
Conviene recordar que las plantas de biogás contribuyen a objetivos europeos en reducción de emisiones, tratamiento eficiente de residuos y producción de energía renovable. Permiten aprovechar la fracción orgánica para generar biometano, disminuyendo la dependencia de combustibles fósiles. Según fuentes públicas, este tipo de instalaciones reduce la emisión directa de metano procedente de vertederos, uno de los gases más dañinos para el clima.
Además, bien gestionadas, generan empleo, valorizan subproductos agrícolas como fertilizantes y disminuyen el impacto de vertederos descontrolados.

