La temperatura del motor de un coche es un factor clave en su funcionamiento. Si este se calienta demasiado, es probable que se produzcan averías graves que dañen el motor, mientras que si está demasiado frío, el rendimiento del motor puede no ser óptimo. El líquido refrigerante es el principal responsable de que el motor se mantenga a una temperatura adecuada para su funcionamiento. Para poder regular la temperatura del líquido refrigerante, los coches disponen de un termostato capaz de realizar esta operación.
Cómo funciona
El termostato es capaz de medir la temperatura del líquido refrigerante del coche y se abre o se cierra dependiendo de las necesidades del motor. Cuando está completamente abierto, permite que el líquido circule por el radiador, reduciendo su temperatura. Cuando está cerrado, el líquido sólo circula por el bloque motor haciendo que se caliente.
Cuando el motor empieza a funcionar, se va calentando progresivamente hasta que llega a su temperatura de funcionamiento ideal, que suele estar alrededor de los 90 ºC. Una vez alcanzada esta temperatura, el termostato regula el flujo del líquido refrigerante para mantener la temperatura ideal para el motor.
Averías del termostato
- El termostato se queda siempre abierto, impidiendo que el motor se caliente suficiente.
- El termostato se queda siempre cerrado, impidiendo que el motor se enfríe como es necesario.
- El líquido refrigerante no circula con normalidad y, por tanto, la temperatura dentro del motor varía constantemente.
- El líquido refrigerante presenta fugas debido a imperfecciones en las juntas entre el termostato y el colector.
- El coche presenta un consumo de combustible excesivo debido a que el motor está trabajando en frío.
Cómo sustituir un termostato
1. Con el motor en frío, primero se debe localizar el termostato y elevar el coche usando un elevador. A continuación, hay que preparar una cubeta para vaciar el radiador, colocándola justo debajo de la manguera inferior del radiador.
2. Con la cubeta preparada, ya se puede desconectar la manguera hasta extraer todo el líquido.
3. Retirar el termostato antiguo. Para ello es necesario desconectar las mangueras que tiene conectadas y desenroscar sus sujeciones. Es necesario observar el sentido en el que está instalado para instalar el nuevo de la misma forma.
4. Limpiar la junta de estanqueidad y comprobar su estado.
5. Instalar el nuevo termostato teniendo en cuenta el sentido en el que el antiguo estaba instalado. A continuación, hay que fijar sus sujeciones.
6. Volver a conectar las mangueras que habían sido desconectadas, tanto las del termostato como las del radiador.
7. Volver a rellenar el sistema de refrigeración con líquido refrigerante y purgarlo con tal de eliminar las burbujas que hayan podido surgir durante la operación.