La Comunidad de Madrid trabaja junto al ayuntamiento de Colmenar Viejo en el acondicionamiento de dos yacimientos arqueológicos visigodos de los siglos VI y VII en la Dehesa de Navalvillar para que en octubre se incorporen a la red de yacimientos visitables del Gobierno regional.
Los arqueólogos han sacado a la luz en estos enclaves los muros de cimentación de varios edificios, como casas, establos, zonas de trabajo… pero los estudios realizados en la zona concluyen que hay muchas más: 136 estructuras en Navalvillar, y 169 en Navalahija.
Enclaves de Navalvillar y Navalahija
El yacimiento de Navalvillar es un establecimiento rural visigodo orientado preferentemente a la ganadería ovina y la actividad metalúrgica, según los expertos, data de los siglos VII y VIII d.C., aunque posiblemente fue reutilizado durante la Edad Media (S. XIII). Entre 1981 y 1990 fue objeto de seis excavaciones arqueológicas que dejaron al descubierto tres áreas con diferentes funciones: viviendas, establo y almacén, encontrándose numerosos objetos como vasijas, cuchillos e incluso, una moneda omeya de plata, la más antigua del período islámico de la Península.
Las excavaciones de Navalahija son más recientes. Entre 2008 y 2009 se pusieron al descubierto tres edificios, uno de ellos excavado parcialmente, con una superficie de unos 140 metros cuadrados. Lo más representativo del conjunto es una estructura con diferentes estancias para trabajar el hierro, algo que aporta una valiosa información sobre la actividad económica ya que los estudiosos presuponen así que ésta se compaginaba con la explotación de la ganadería.
En las excavaciones realizadas en este yacimiento participaron, además de arqueólogos, vecinos de la localidad y de municipios de la comarca que voluntariamente quisieron trabajar en el yacimiento. Las piezas halladas más singulares, como vasijas o material pétreo, están expuestas en la Casa Museo de la Villa de Colmenar Viejo.
Ambos enclaves están ubicados en las inmediaciones de la ya visitable Necrópolis visigoda de Remedios y complementan la información arqueológica e histórica de ésta, aportando datos sobre la organización del territorio en la presierra madrileña en la transición de la Antigüedad tardía al medievo (siglos VII y VIII d.C.).