En pleno corazón de la sierra del Sueve, cada mes de agosto, el aire se impregna de historia, crines salvajes y raíces asturianas. La Fiesta del Asturcón, mucho más que una exaltación ganadera, es un homenaje colectivo a un símbolo vivo de la cultura del Principado: el mítico caballo asturcón, superviviente milenario que se resiste a desaparecer.
¿Qué es el Asturcón y por qué se le rinde homenaje?
El asturcón es una raza de caballo autóctona de Asturias, considerada una de las más antiguas de Europa. Pequeño, robusto y de pelaje oscuro, este equino ha habitado las montañas asturianas desde tiempos prerromanos. Se le menciona en textos de Plinio el Viejo, quien ya hablaba de caballos que no necesitaban herraduras, tan duros eran sus cascos.
Durante siglos, el asturcón fue compañero de campesinos, guerreros y viajeros. Pero con la llegada de la mecanización y el abandono rural, su número se redujo de forma alarmante. Afortunadamente, iniciativas locales lograron revertir su declive a partir de los años ochenta. Fue entonces cuando surgió la idea de celebrar una fiesta en su honor para reforzar su conservación y difundir su importancia como emblema de Asturias.
Un lugar sagrado: la majada de Espineres
No se trata de una romería cualquiera. La Fiesta del Asturcón tiene lugar en la majada de Espineres, a 1.100 metros de altitud, entre la bruma y los hayedos del Sueve. El acceso no es sencillo: quien quiera participar debe caminar durante más de una hora por senderos de montaña, lo que convierte el evento en una experiencia casi iniciática. La dificultad del camino no disuade a nadie. Familias enteras, amantes del caballo y vecinos de los concejos cercanos ascienden cada año para ser testigos de una ceremonia única.
Una vez en Espineres, lo que se vive es una mezcla de exhibición ecuestre, rito tribal y celebración popular. La imagen más esperada es la de los ganaderos sujetando a los potros nacidos durante el año, que se resisten con toda la fuerza de su instinto salvaje. Allí, sobre la hierba, se marcan como parte del rito tradicional, siempre bajo supervisión veterinaria. El momento es espectacular, pero también profundamente simbólico: representa el vínculo entre lo salvaje y lo humano, entre el animal y la cultura que lo protege.
Historia de una recuperación ejemplar
El asturcón estuvo al borde de la extinción en la segunda mitad del siglo XX. A mediados de los 70 apenas quedaban algunos ejemplares en estado semisalvaje. Fue la Asociación de Criadores de Asturcones del Sueve (ACAS) la que tomó cartas en el asunto. Gracias a su empeño, se multiplicaron los nacimientos y se trazó un plan de cría que ha dado excelentes resultados. Hoy se calcula que hay más de mil ejemplares registrados.
Desde 1980, año en que se celebró la primera Fiesta del Asturcón en su enclave actual, la cita ha ido ganando prestigio. En 1991 fue declarada Fiesta de Interés Turístico del Principado de Asturias, y desde entonces no ha dejado de crecer en relevancia y asistencia. Se ha convertido en un acto de afirmación colectiva, donde lo lúdico convive con lo reivindicativo.
Una celebración con identidad y mensaje
Además del espectáculo ecuestre, la jornada está repleta de actividades: música tradicional asturiana, bailes regionales, degustaciones de sidra y quesos artesanales, y discursos de autoridades locales y defensores del mundo rural. Todos comparten una misma consigna: proteger lo autóctono.
Uno de los momentos más esperados es la entrega del título de «Amigo del Asturcón», que cada año reconoce a una persona o entidad que haya contribuido de forma significativa a la difusión de esta raza o al impulso del medio rural asturiano. No es un simple reconocimiento simbólico, sino un gesto cargado de afecto y militancia por lo propio.
¿Un futuro garantizado o una amenaza latente?
Aunque el presente del asturcón es esperanzador, no está exento de desafíos. La despoblación del campo, los cambios en el uso del territorio y la burocracia dificultan el trabajo de los ganaderos que mantienen esta tradición viva. Muchos temen que, sin un relevo generacional claro, el esfuerzo de décadas pueda diluirse en el futuro.
Por eso, la Fiesta del Asturcón no es solo un día festivo, sino un grito de alerta. La montaña asturiana, sus animales y sus habitantes exigen políticas que les tengan en cuenta, apoyo real y respeto a un modo de vida que, aunque minoritario, sigue siendo esencial para el alma de Asturias.
Conclusión: Más que una fiesta, una declaración de principios
La Fiesta del Asturcón es una cita que trasciende lo folklórico. Es una reivindicación de lo autóctono frente a la homogeneidad global, una muestra de orgullo por lo rural, y una lección viva de cómo el compromiso ciudadano puede salvar una especie y revitalizar una comarca. En cada relincho de los potros del Sueve resuena una historia que merece ser contada una y otra vez.











