Un informe sobre cambio climático presentado por el Observatorio de Sostenibilidad en España señala que las emisiones de CO2 en 2015 aumentaron un 4% respecto a 2014. Según los autores del trabajo, el motivo principal de este repunte es la quema de carbón y proponen soluciones que pasan por invertir en infraestructura verde, además de cambiar el modelo productivo.
El Observatorio de Sostenibilidad ha presentado un informe sobre el cambio climático en España para el año 2015. Como indica Sinc, el estudio confirma que España ha continuado aumentando las emisiones de gases de efecto invernadero durante el pasado año, mientras todos los países de nuestro entorno presentan fuertes reducciones en sus emisiones.
La segunda actividad en España que más gases de efecto invernadero emite a la atmósfera es el transporte. “Aproximadamente el 25% de las emisiones totales de CO2 provienen del transporte y este dato es superior a la media europea, que se encuentra en torno al 20%”, afirmó la bióloga Begoña Lozano.
El 40% del gasto energético en España proviene del transporte, encabezado por el de carretera y seguido por el aéreo.
El informe ofrece además una representación geográfica de las principales evidencias de cambio climático en España en una serie cartográfica accesible en la red y que se irá enriqueciendo y contrastando con nuevas evidencias procedentes de futuros trabajos científicos.
El ecólogo Fernando Prieto señaló que se deben evitar políticas contradictorias y eliminar subvenciones perjudiciales al clima y es necesario “filtrar todas las actuaciones según su impacto sobre el cambio climático”.
Finalmente los autores proponen una serie de medidas para iniciar una política ‘inteligente’ ante el cambio climático basada en la ciencia, que consiga la progresiva descarbonización del país a través de grandes infraestructuras verdes, enfoques ecosistémicos integradores o modificaciones en las políticas sectoriales.
Algunas de las evidencias de especial relevancia del cambio climático que ya están patentes en la Península son, por ejemplo, el impacto en las sobre las poblaciones de urogallo en el cantábrico, en la producción de mejillón en batea, sobre las áreas vitivinícolas o la regresión de las de aves acuáticas en las tablas de Daimiel, entre otras.