El alma de una ría a nado: historia, leyenda y pasión en Navia
Cada verano, el Occidente asturiano revive una de sus tradiciones más queridas: el Descenso a nado de la ría de Navia, una competición que va mucho más allá del deporte. Entre hazañas, leyendas locales y un espíritu comunitario inquebrantable, esta cita acuática se ha convertido en símbolo de identidad y superación colectiva.
Un origen modesto que se convirtió en mito
El Descenso a nado de la ría de Navia tiene algo que pocas competiciones logran alcanzar: una historia que mezcla lo deportivo con lo sentimental. Su origen se remonta a 1958, cuando un grupo de jóvenes nadadores locales, alentados por el espíritu de aventura y la belleza de la ría, decidieron lanzarse al agua y recorrer sus meandros a nado. Aquella ocurrencia veraniega, sin pretensiones competitivas, se transformó con el tiempo en una de las travesías más emblemáticas del calendario deportivo español.
Lo que comenzó como una fiesta entre amigos derivó en una organización formal que hoy lleva a cabo la Asociación Amigos de la Ría de Navia, con la colaboración de todo el municipio. Aquel primer recorrido —de apenas unos cientos de metros— ha evolucionado hasta los 5.000 metros actuales en categoría absoluta, congregando a cientos de nadadores de toda España y del extranjero.
¿Qué tiene de especial la ría de Navia?
Ubicada en una de las zonas más verdes de Asturias, la ría de Navia no solo proporciona un entorno natural privilegiado, sino también un campo de nado singular. La corriente es variable, el agua ligeramente salobre y las condiciones pueden cambiar rápidamente con la marea, lo que convierte cada edición en una experiencia distinta y exigente.
Además, no se trata únicamente de un recorrido físico, sino también emocional. Quienes nadan esta ría se enfrentan a una especie de rito iniciático. “Aquí no se viene solo a competir, se viene a sentir”, aseguran muchos de los veteranos que repiten año tras año. No es raro ver cómo el público ovaciona incluso al último clasificado con el mismo entusiasmo que al ganador.
Tradición, fiesta y orgullo vecinal
La semana del Descenso transforma a Navia en un hervidero de actividad. Desfiles, verbenas, conciertos y actividades infantiles envuelven a la localidad en una atmósfera festiva que culmina el día grande con la prueba deportiva.
No faltan los gestos cargados de simbolismo: desde la tradicional bendición de las aguas hasta el izado de banderas de las comunidades participantes, todo está pensado para reforzar el sentimiento de pertenencia. La implicación del vecindario es total, tanto en la logística como en la acogida de nadadores y visitantes. Muchas familias locales incluso ofrecen alojamiento a los deportistas como muestra de hospitalidad.
Hazañas y anécdotas que forjaron la leyenda
A lo largo de las décadas, el Descenso ha dejado infinidad de anécdotas. Como aquella edición de 1979 en la que una densa niebla obligó a los organizadores a guiar a los nadadores con campanas desde la orilla. O la historia del nadador madrileño que perdió una chancla en el agua pero no su espíritu, y terminó la prueba con un solo pie calzado y la sonrisa intacta.
Especial mención merece la categoría de los “veteranos”, donde algunos participantes superan los 70 años. Para muchos de ellos, esta cita se ha convertido en un ritual personal. “Mientras pueda, seguiré bajando la ría”, decía hace unos años uno de los más longevos, con lágrimas en los ojos tras cruzar la meta.
Un evento con proyección internacional
Aunque profundamente enraizado en lo local, el Descenso ha traspasado fronteras. A lo largo de los años ha contado con nadadores procedentes de Alemania, Reino Unido, México o Argentina. Muchos repiten tras vivir la experiencia una vez, atraídos no solo por el desafío, sino por el ambiente único que se respira.
El evento está integrado en el calendario de aguas abiertas de la Federación Española de Natación, lo que le otorga oficialidad y visibilidad, sin perder por ello su carácter popular. Esta combinación de autenticidad y profesionalización es una de las claves de su éxito continuado.
Mucho más que una prueba deportiva
En el fondo, el Descenso a nado de la ría de Navia simboliza una conexión profunda entre la naturaleza, la historia y la gente. La prueba es un homenaje a la ría, pero también a la capacidad de superación individual y colectiva. En tiempos de eventos cada vez más despersonalizados, este mantiene su alma intacta: la de un pueblo que convirtió su entorno en una fiesta de agua y vida.
Con más de seis décadas a sus espaldas, el Descenso no ha perdido ni un ápice de frescura. Y si algo está claro, es que seguirá siendo, verano tras verano, una cita con la emoción en estado puro