El doble filo de los mocos frente al COVID-19, sirven de barrera natural pero también de vehículo transmisor del virus

Hay pocos síntomas más molestos que el moqueo constante. La dificultad para respirar, la congestión nasal y las noches sin pegar ojo por culpa de esta sustancia la han situado en el ranquin de los elementos que más asco nos dan, junto a heces o vómitos. Por si esto fuera poco, los mocos también pueden ser una señal de la covid-19.

“El exceso de moco no es el síntoma más común de la covid-19, pero algunas personas que la sufren presentan congestión y secreción nasal”, afirma a SINC Jessica Kramer, profesora de Ingeniería Biomédica en la Universidad de Utah (EEUU). Como recuerda la Organización Mundial de la Salud (OMS), los síntomas más habituales de esta enfermedad son la fiebre, la tos seca y el cansancio.

No obstante, la OMS afirma que también hay pacientes con otros síntomas menos frecuentes como la congestión nasal, el dolor de cabeza o el dolor de garganta. A los pocos días de que el organismo declarara oficialmente la pandemia, Kramer y su equipo decidieron investigar qué papel tienen los mocos en la transmisión del virus.

Barrera de defensa

Hay que diferenciar dos funciones. Por un lado, el moco es el primer elemento con el que se encuentra el coronavirus cuando accede al organismo, es decir, la primera línea de defensa. «El virus primero debe atravesar el moco para entrar en las células y reproducirse. La mayoría de los coronavirus tienen la capacidad de unirse directamente a él a nivel molecular para adherirse”, cuenta Kramer.

Desde la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) destacan también este papel de defensa. “El incremento de la mucosidad en una persona infectada por coronavirus forma parte del sistema defensivo activado por su organismo”, indica a SINC Juan Maza Solano, miembro de SEORL-CCC.

mocos
© anieto2k

Transmisión del COVID-19

La segunda función tiene que ver con la transmisión del SARS-CoV-2. Cuando una persona contagiada tose, estornuda o habla puede expulsar pequeñas gotas de moco en el aire. “Estas gotitas están cargadas de virus”, recuerda la científica. Por eso es importante el uso de mascarillas para prevenir la infección.

En estos momentos, Kramer y su equipo estudian cómo las diferentes formas de mucosidad según cada persona afectan a la capacidad de los coronavirus de sobrevivir en las gotas, en las superficies o de penetrar en nuestras células.

“Es importante remarcar la diferencia de que, aunque el moco participa en la defensa frente a la infección por el coronavirus, las microgotas de la tos y los estornudos, o la impregnación de moco y saliva infectada sobre una superficie pueden ejercer un mecanismo de vectorización para la transmisión de la covid-19”, resalta Maza Solano. Para prevenirlo, además de las mascarillas, es fundamental el lavado de manos frecuente, algo que llevan décadas recomendando las autoridades sanitarias para prevenir otras infecciones víricas como el catarro común o la gripe.

Protección ante los agentes externos


¿Qué son exactamente los mocos? Se trata de una sustancia viscosa que producen las células caliciformes situadas en el epitelio, que es la capa que recubre la superficie interior de los órganos. Más de 200 metros cuadrados de nuestro cuerpo están cubiertos de moco y eso incluye al tracto digestivo, a los pulmones y al tracto urinario.

Cada día producimos varios litros de esta sustancia, cuya función principal es proteger a los órganos que recubre de los ataques de agentes externos, como virus o bacterias. “En general, la mucosidad es buena y ayuda a limpiar los pulmones”, señala a SINC Gunnar C. Hansson, profesor del departamento de Bioquímica Médica y Biología Celular de la Universidad de Gotemburgo (Suecia).

Esta sustancia está formada sobre todo por agua, pero también contiene proteínas, azúcares y moléculas que ayudan a nuestro organismo a controlar los gérmenes dañinos. Como explica un artículo divulgativo de los Institutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos, en la próxima hora, sin darte cuenta, vas a inhalar miles de bacterias. Si nos centramos en la mucosidad del tracto respiratorio, estas llegarán a la superficie de los pulmones y, al estar cubierta de moco, quedarán atrapadas ahí.

En ese momento entran en juego unos pelillos situados también en el epitelio llamados cilios, cuya función es empujar el moco hacia arriba y lejos de los pulmones, con todos gérmenes y polvo atrapados con él. Este moco sube hasta la parte posterior de la garganta sin que lo notes y, también sin darte cuenta, te lo tragas con la saliva. De ahí la sustancia pasa al estómago y la expulsas del cuerpo a través de las heces.

Cuando hay una infección respiratoria, esta provoca inflamación en las membranas mucosas que recubren la nariz y el resto de vías respiratorias, lo que puede causar que algunas glándulas de las vías respiratorias produzcan más moco.

Además, esta sustancia puede espesarse con bacterias y células que llegan para ayudar a combatir la infección, lo que puede estimular aún más la producción de moco. “Esto se hace para proteger al tracto respiratorio. La mucosidad no se puede transportar hacia arriba de forma normal y se debe toser cuando la infección se está resolviendo, generalmente después de algunos días”, describe Hansson. Por eso el moqueo de un catarro suele aparecer al cabo de unos días.

Aurora Cancela Pérez
Aurora Cancela Pérezhttps://www.cronicanorte.es
Aurora Cancela Pérez, periodista, licenciada en Ciencias de la Información y vecina de Colmenar Viejo. Es redactora en Crónica Norte desde 2017. Apasionada de la información local y los viajes.

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