La felicidad es un concepto tan antiguo como la humanidad misma, y aunque las ciencias sociales llevan años intentando medirla, la digitalización está cambiando la forma en que la experimentamos. Según el estudio realizado por Víctor Raúl López Ruiz, Domingo Nevado Peña, José Luis Alfaro Navarro y Nuria Huete Alcocer, de la Universidad de Castilla-La Mancha, las capacidades digitales juegan un papel crucial en la calidad de vida y la felicidad de las personas en la sociedad actual.
El concepto de felicidad no es nuevo; filósofos como Aristóteles ya discutían sobre la importancia de la felicidad en la política y la sociedad. Sin embargo, en la actualidad, la digitalización está añadiendo una nueva capa a la ecuación. Según los investigadores, el acceso a la tecnología y las capacidades digitales tienen un impacto directo en la percepción de bienestar, tanto a nivel individual como social. En su estudio, los autores revelan que las personas con altas capacidades digitales tienden a tener niveles más altos de felicidad y calidad de vida. Este fenómeno se debe a factores como la sostenibilidad, el entorno laboral interconectado, las opciones culturales y deportivas, así como el acceso a nuevas oportunidades de entretenimiento y turismo.
La brecha digital: una causa de desigualdad en la felicidad
Uno de los hallazgos más importantes del estudio es la relación directa entre la edad y las capacidades digitales. Las personas nacidas antes de 1970 tienen más dificultades para adaptarse a las tecnologías digitales, lo que crea una brecha digital cada vez más pronunciada. López Ruiz, Nevado Peña, Alfaro Navarro y Huete Alcocer destacan que esta brecha afecta principalmente a los mayores de 60 años, quienes se sienten más aislados en una sociedad cada vez más digital. La falta de habilidades digitales no solo limita su acceso a servicios esenciales, sino que también reduce su participación en la vida social y económica.
Además, este grupo de personas enfrenta lo que se conoce como «vulnerabilidad analógica», un fenómeno que genera frustración, aislamiento social y, en última instancia, infelicidad. De acuerdo con los autores, los mayores españoles solo logran alcanzar un 58 % de su felicidad por vía social, en comparación con el 67 % de los adultos y el 66 % de los jóvenes.

El lado oscuro de la hiperconectividad
Si bien las capacidades digitales están asociadas con mayores niveles de felicidad, los investigadores también advierten sobre los peligros de la hiperconectividad. El uso constante de tecnología puede resultar en aislamiento social y ansiedad, ya que las relaciones presenciales se reemplazan por interacciones digitales. En su estudio, los autores explican que la conexión constante con el mundo digital puede llevar a una alienación digital, especialmente entre los más jóvenes, quienes pasan cada vez más tiempo conectados a las redes sociales y plataformas digitales.
¿La digitalización es una bendición o una maldición para la felicidad?
El estudio concluye que, si bien la digitalización ofrece numerosas ventajas, también crea nuevas formas de exclusión y malestar. Según los autores, la soledad no deseada es más prevalente en dos grupos de edad: los mayores de 75 años y los jóvenes menores de 30 años. En el caso de los mayores, la falta de habilidades digitales genera dependencia y rechazo hacia las nuevas tecnologías, mientras que, en los jóvenes, la alienación digital y la dependencia de la conectividad pueden llevar a una desconexión emocional con el mundo real.
López Ruiz, Nevado Peña, Alfaro Navarro y Huete Alcocer también hacen una reflexión importante: «Los patrones de relación social están cambiando, y con ellos, los modelos de felicidad y bienestar en la sociedad digital.» Los investigadores señalan que el futuro de la felicidad social podría estar cada vez más ligado a la inteligencia artificial y las tecnologías emergentes, lo que plantea preguntas sobre el equilibrio entre la conexión digital y las relaciones humanas auténticas.
La soledad no deseada: una realidad para dos generaciones
Las cifras de soledad no deseada en España son preocupantes, especialmente entre los mayores de 75 años y los jóvenes menores de 30. Según los datos recogidos en el estudio, los mayores de 75 años se enfrentan a una creciente vulnerabilidad analógica, mientras que los jóvenes, por su parte, viven una alienación digital que los lleva a sentir desconexión con la sociedad. Ambos grupos enfrentan una forma de infelicidad que surge de la desconexión, ya sea por falta de acceso a las tecnologías o por el exceso de exposición a ellas.