SEO/BirdLife, a través de Olivares Vivos, el proyecto Life que coordina desde 2015, lleva tiempo trabajando por reforzar la población de lechuzas en olivares que reúnen las condiciones necesarias para que la especie se asiente y prospere. Así, el año pasado, se realizó una cría campestre controlada de trece pollos de lechuza común, en un antiguo pajar situado en la finca Cortijo de Guadiana (Úbeda, Jaén), procedentes de centros de recuperación de Jaén, Sevilla y Madrid.
Un año más tarde, una pareja formada a partir de los pollos liberados ha criado con éxito en el mismo pajar. Al menos dos pollos nacidos en libertad vuelan ya por la finca y, además, esta pareja está incubando una segunda puesta (algo inusual en esta especie).
“Lo mejor de la noticia es que esta finca de olivar es ahora un hábitat adecuado para la lechuza común. El hecho de que los pollos liberados el año pasado se estén reproduciendo con éxito en libertad, (además otra pareja ha ocupado una caja-nido en otro punto de la finca), demuestra que sus propietarios cultivan su olivar de un modo que permite la vuelta exitosa de esta especie. Para ellos, su finca es mucho más que aceituna y su AOVE, además de ser de una calidad inmejorable, también está contribuyendo a la recuperación de la biodiversidad y a conservar una especie que, no olvidemos, ha visto reducida su población a la mitad en el sur peninsular en la última década”, indica José Eugenio Gutiérrez, delegado de SEO/BirdLife en Andaluciía y coordinador de Olivares Vivos.
Cada lechuza a su cortijo
Este proceso de cría ha sido un éxito y los técnicos de SEO/BirdLife lo han seguido minuciosamente desde el pasado mes de julio hasta bien entrado el otoño. Durante este tiempo, los pollos de lechuza fueron alimentados sin contacto con sus cuidadores hasta que se independizaron totalmente.
“Este proceso es apasionante. Cuando los pollos comienzan a salir del pajar vuelven allí para alimentarse y descansar, pero poco tiempo después comienzan a cazar y comer por su cuenta. Al final, compruebas que han buscado otros refugios y se han independizado por completo. Cuando ves que estos mismos pollos son ahora lechuzas adultas que están criando, te das cuenta de que el trabajo ha merecido la pena”, comenta Paco Martín, técnico de SEO/BirdLife en el proyecto Olivares Vivos.
Algo que ha sido posible gracias al trabajo previo de mejora y restauración del hábitat en este olivar y, por supuesto, al manejo agronómico de la finca. Aparte de los trabajos de restauración de zonas improductivas para mejorar y diversificar su hábitat, y la adecuación de la infraestructura del olivar (instalación de nidales o construcción de charcas, entre otras actuaciones), es fundamental el manejo de las cubiertas herbáceas de la finca y el uso racional de agroquímicos.
“La cubierta herbácea es fundamental para evitar la erosión, mejorar la estructura del suelo, aumentar su fertilidad y ayudar en el control natural de plagas y enfermedades. Además, desde hace años no utilizamos pesticidas ni insecticidas, lo que restaura los equilibrios ecosistémicos. Y a esto se suma que ya cultivamos buena parte de nuestra finca con manejos ecológicos o biodinámicos”, declara María Garrido, ingeniera agrónoma de Cortijo de Guadiana, olivar demostrativo de Olivares Vivos donde se han reproducido estas lechuzas.
Olivar amigable con la fauna y la flora
La mejora del hábitat y la instalación de postes-nido no sólo beneficia a las lechuzas, sino también a otras especies como el autillo europeo, el cernícalo vulgar o la grajilla occidental, que han ocupado numerosos nidales distribuidos en los veinte olivares demostrativos que forma parte de este proyecto Life.
“La vuelta de aves tan emblemáticas de los olivares como la lechuza, es la guinda a un largo trabajo para la ejecución de todas las actuaciones incluidas en los planes de restauración de los olivares demostrativos de este Life. Un trabajo que comienza como la construcción de una casa, por los cimientos. Y los cimientos para la biodiversidad del olivar son el suelo y la cubierta herbácea que todos los olivicultores del proyecto se comprometieron a mantener y manejar de forma adecuada. Gracias a tal compromiso y a la restauración de las zonas improductivas de olivar, se va construyendo un hábitat favorable para la recuperación de la flora y la fauna. Finalmente, sólo queda ‘amueblarlo’ con la instalación de nidales, postes-nido, charcas… Siguiendo el símil, la vuelta de la lechuza es como la veleta que marca la finalización de un edificio de biodiversidad bien construido”, concluye Gutiérrez.