Una hoja en blanco supone para los niños un medio a través del cual expresar su emociones e inquietudes, según un estudio de la Universidad del País Vasco.
El estudio, publicado en la revista ‘Journal of Biological Education’ relaciona la madurez conceptual infantil con la producción pictórica y sienta las bases científicas para tener en consideración los dibujos de los niños pequeños como un recurso útil a la hora de evaluar su desarrollo conceptual en la primera infancia.
José Domingo Villarroel y Guillermo Infante, profesores de las Escuelas de Magisterio de Bilbao y Vitoria, analizaron los dibujos sobre la vida de las plantas de 118 niñas y niños con edades entre los 4 y los 7 años. Los resultados de su estudio muestran que quienes tienen un conocimiento más preciso de los seres vivos dibujan con mayor frecuencia aspectos clave como el sol, la lluvia y las nubes, representaciones que no son meramente decorativas para los niños.
Según Villaroel e Infante, el sol que aparece en los dibujos infantiles en relación con las plantas no es un elemento estético sino la consecuencia de conocer que las plantas necesitan luz solar para sobrevivir.
Utilidad psicológica del dibujo
Expertos como Sergi Banús, psicólogo clínico infantil, consideran que el dibujo es una herramienta de gran utilidad en la evaluación psicológica de los niños, sobre todo, a partir de los 5 años ya que el dibujo refleja la forma en la que el niño ve y vive su mundo, además de suponer un reflejo de sus cambios madurativos.
En concreto existen indicadores gráficos para rasgos psicológicos como desobediencia, ansiedad, egocentrismo, motivación para el aprendizaje, inseguridad, perseverancia, autoestima o problemas de relación social. Sin embargo, los expertos advierten que la interpretación de un dibujo infantil debería basarse en aproximaciones estadísticas que asocian la presencia de una determinada característica del dibujo con una elevada probabilidad de presentar un rasgo de personalidad.
Señales a tener en cuenta
Judit Cueto, psicóloga e impulsora del portal ‘Garabatos y dibujos’, apunta 8 aspectos que desde el dibujo pueden ayudar a los padres a detectar de forma precoz si existe algún problema:
- Evolución de las formas y las figuras: cada etapa se corresponde con un nivel de evolución del dibujo. Así, alrededor de los 4 a 5 años, las formas deben ser mínimamente reconocibles ya que el niño está en proceso de elaborar los esquemas de cada cosa.
- Elementos del dibujo: se añaden muchos detalles a un elemento o parte del dibujo o en cambio los omite cuando debería incluirlos.
- El tamaño o espacio utilizado: las desproporciones de una figura o de sus elementos. Se pueden encontrar también tamaños muy grandes que incluso excedan el espacio de la hoja o muy pequeños.
- Presión: hay que observar los desajustes, si los trazos son tan fuertes que pueden romper el papel o tan suaves que casi no se perfila el dibujo.
- Los colores: a partir de los 4 años se elige el color por una cuestión emocional. Será un signo de alerta que el niño utilice un único color repetidamente, o si predomina el negro y el rojo en sus dibujos.
- Organización de formas y figuras: si se aprecia confusión en el orden de los elementos o por el contrario todo está tan colocado y organizado y da la impresión de rigidez o de dibujo estático.
- El trazado de las líneas: hay que fijarse si las líneas son discontinuas o entrecortadas o se concentran formando una especie de ovillo ennegrecido, o si son muy angulosas.
- Las tachaduras y correcciones: hay que observar si hay muchos tachones, o si necesita borrar muchas veces lo que dibuja para luego repetirlo.
Fuente: EP