El saldo comercial en España el pasado mes de enero registró un déficit de 3.134,7 millones de euros y aumentó un 31,3% con respecto al del mismo mes del año anterior (déficit de 2.386,6 millones de euros con datos provisionales). La contribución a ese déficit viene originada por la importación de productos energéticos, crudo, gas y carbón ya que el déficit energético aumentó un 57,8% interanual hasta los 2.279,6 millones de euros frente a los 1.444,2 millones en enero de 2016 con datos provisionales.
Aunque las importaciones españolas alcanzaron los 24.574,8 millones de euros, un 19,0% más que en el mismo mes del año anterior una parte importante de estas importaciones corresponden a los productos energéticos (3.893,9 millones de euros) se incrementaron un 74,4% interanual y aunque la cantidad importada ha repuntado levemente, el incremento viene dado por los precios que subieron un 35,4%.
Una vez más, la fuerte dependencia energética exterior de nuestro país hace que el saldo negativo en la balanza comercial de estas importaciones se mueva en los últimos años entre los 46.100 millones de euros, 4,5% del PIB en 2012 y los 27.400 millones, el 2,5% del PIB, en 2015. Solo teniendo en cuenta el crudo, el consumo de nuestro país es de 1.300.000 barriles de petróleo diarios.
El ahorro energético, una de las soluciones
La variación del precio de los combustibles fósiles en los mercados mundiales es en buena parte la causa de la artificial subida del PIB (por ahorros en balanza de pagos) en estos últimos años. Ante esta pesada carga en la economía española, según EQUO, la única respuesta viable es el ahorro energético y el rápido incremento del aprovechamiento energético de fuentes energéticas propias como son las renovables, que el año pasado aportaron el 41% de la producción eléctrica. Además el coste de estas tecnologías se ha reducido en un 80% en el caso de la fotovoltaica y el 30% en el caso de la eólica.
A esta disminución de costes, que ya las hace más competitivas que los combustibles fósiles, incluso sin incluir las externalidades de estos, se añade la práctica ausencia de emisiones de gases de efecto invernadero, responsables del galopante cambio climático que nuestro país sufre de singular manera. Otra ventaja más añadida al aligeramiento de la balanza de pagos, es que las tecnologías renovables son mucho más intensivas en empleo de calidad por unidad energética producida que el uso de los combustibles fósiles.
Está claro que los efectos beneficiosos para la economía, la calidad ambiental y la creación de empleo indicarían que la opción óptima para nuestro país es el cambio de modelo hacia uno más limpio, sostenible y renovable. Frente a este: la resistencia e inercia del oligopolio energético, y del gobierno que lo acompaña, que basan sus beneficios en el uso de combustibles fósiles, que además contribuyen al déficit en nuestra balanza de pagos.
