La cocina macrobiótica es una disciplina que se remonta seis mil años atrás y enseña como alimentar y rejuvenecer el cuerpo y el espíritu, vinculando de este modo alimentación, espiritualidad y medicina.
La macrobiótica basa sus principios en la conjunción de las fuerzas opuestas pero complementarias al mismo tiempo. Los orientales las definen como yin y yang.
El Yin hace referencia a la fuerza centrífuga, a una fuerza de dilatación, y se relaciona con el frío, la oscuridad, el invierno y el agua. El Yang por el contrario es una fuerza centrípeta, de contracción y se expresa a través del calor, la luz, el verano y el fuego.
Cinco Yin por un Yang
A su vez, el Yin equivale a potasio mientras que Yang simboliza el sodio, esta última distinción es especialmente importante para encontrar las proporciones perfectas entre ambas dentro de la cocina macrobiótica. En concreto, la dosificación ideal es de cinco Yin por un Yang, correspondiendo tal proporción a la presencia del sodio y el potasio en nuestra sangre. Si seguimos este principio nuestro cuerpo será capaz de asimilar los alimentos de manera sencilla, mientras que si comemos alimentos con otra composición las digestiones requerirán un esfuerzo extra que con el tiempo podrán derivar en la aparición de enfermedades.
Según este arte milenario los cereales son el alimento cuyo equilibrio Yin-Yang es el que más se aproxima al de nuestro organismo, sobretodo si son granos integrales.
Alimentos:
Alimentos con predominio de yin:
Frutas, verduras de hoja, semillas, tofu y tempeh, zumos de frutas y verduras, mermelada sin azúcar y malta.Alimentos con exceso de yin:
Azúcar, dulces, pasteles, especias, alcohol, té, café.Alimentos con predominio de yan:
Cereales integrales, harinas, pastas y panes hechos con ellos, verduras de raíz, pescados, mariscos, queso fresco, legumbres, sal, miso, shoyu.Alimentos con exceso de yan:
Carne, aves, quesos duros y salados, huevos.