¿Cómo la experiencia y los cambios en la educación afectan el optimismo infantil?

Durante la niñez temprana, los niños tienden a tener expectativas muy optimistas sobre el futuro, creencias de que lo positivo ocurrirá si se esfuerzan. No obstante, este optimismo tiende a decrecer de manera sistemática entre los 3 y los 9 años. Diversos estudios han señalado esta disminución, aunque hasta el momento no existe una teoría unificada que explique por qué el optimismo decae con la edad.

El optimismo infantil está relacionado con una serie de beneficios, como una buena autoestima, un mayor rendimiento académico y mejor salud mental. Sin embargo, entender cómo y por qué este optimismo se reduce podría ayudar a mejorar las intervenciones en el ámbito psicológico y educativo, particularmente en la niñez.

Tres teorías explican el declive del optimismo

En su revisión del tema, los investigadores han identificado tres posibles causas que explican la reducción del optimismo en los niños a medida que crecen. Aunque estas teorías no son excluyentes, juntas aportan una comprensión más profunda del fenómeno.

1. El aprendizaje a partir de la experiencia

A medida que los niños crecen, adquieren más experiencias que les permiten evaluar sus propias capacidades y la probabilidad de éxito en futuras situaciones. Este proceso de aprendizaje no solo se da por la experiencia directa de los niños, sino también por la retroalimentación social que reciben de su entorno. Al principio, los niños pequeños aprenden a partir del juego y la exploración, donde se valora el esfuerzo y el aprendizaje. Sin embargo, al entrar en la escolarización formal, el entorno cambia. Los niños comienzan a recibir evaluaciones más estructuradas y se enfocan en los resultados más que en el proceso.

Este cambio puede llevar a que los niños ajusten sus expectativas sobre el futuro y se enfrenten a la realidad de que el éxito no siempre depende solo del esfuerzo, sino también de las habilidades y la competencia. La experiencia de fracaso repetido también puede disminuir la creencia de que todo es posible con esfuerzo.

2. El desarrollo de teorías sobre el éxito y el pensamiento ilusorio

El optimismo infantil también podría estar relacionado con el desarrollo de teorías sobre el esfuerzo, la capacidad y el éxito. A medida que los niños crecen, desarrollan una comprensión más compleja de estos conceptos. En la infancia temprana, los niños tienden a ver el esfuerzo como la única variable importante para alcanzar el éxito, lo que fomenta una visión optimista e ilimitada. No obstante, con la edad, los niños comienzan a distinguir entre esfuerzo y habilidad, lo que puede llevarlos a ser más realistas sobre sus posibilidades de éxito.

Además, el pensamiento ilusorio, que es la tendencia de los niños pequeños a confundir sus deseos con expectativas realistas, también juega un papel importante. A medida que se desarrollan cognitivamente, los niños aprenden a diferenciar lo que desean que suceda de lo que realmente es probable que ocurra, lo que reduce su optimismo.

3. Sesgos de aprendizaje por valencias

Una tercera teoría plantea que el aprendizaje de los errores y la forma en que los niños procesan los eventos negativos influye en la disminución del optimismo. A medida que crecen, los niños tienden a aprender más de los fracasos que de los éxitos, lo que hace que sus expectativas se vuelvan más realistas. Este cambio se refleja en la forma en que el cerebro procesa las experiencias negativas, y se ha relacionado con el desarrollo de la corteza prefrontal, la región del cerebro responsable de la toma de decisiones y el control emocional.

La importancia del entorno y las expectativas de los adultos

Los investigadores también sugieren que los entornos en los que los niños se desarrollan tienen un impacto significativo en el ritmo de la disminución del optimismo. Un entorno de apoyo y estímulo puede ayudar a los niños a mantener un optimismo saludable, mientras que un entorno más adverso podría fomentar una visión más pesimista. Las expectativas de los padres, maestros y cuidadores también influyen en las expectativas que los niños tienen sobre sí mismos y sus capacidades.

Por ejemplo, cuando los padres y educadores apoyan activamente las aspiraciones de los niños y muestran confianza en sus habilidades, estos mantienen un mayor nivel de optimismo. Por el contrario, expectativas bajas o poco realistas pueden contribuir a la disminución del optimismo infantil.

Implicaciones para la intervención: ¿cómo mantener el optimismo infantil?

El optimismo tiene una serie de beneficios en el desarrollo de los niños, desde mejorar su autoestima hasta influir positivamente en su rendimiento académico y en su salud mental. Si bien es natural que el optimismo disminuya con la edad, los expertos señalan que las intervenciones podrían ser necesarias cuando este cambio es demasiado precoz o rápido.

Proveer a los niños de entornos enriquecidos y seguros, que fomenten un optimismo realista, podría ser clave para su desarrollo. Además, los educadores y padres deben reconsiderar la forma en que evalúan y motivan a los niños, asegurándose de que el foco no solo esté en los resultados, sino también en el proceso y el esfuerzo.

En conclusión, el optimismo infantil no es solo un reflejo de la ingenuidad de los más pequeños, sino también una cualidad que puede ser modelada por sus experiencias, el entorno y las expectativas de quienes los rodean. Si bien es natural que los niños se enfrenten a la realidad de que no siempre podrán lograr todo lo que desean, es importante que continúen desarrollando una visión positiva y realista de sus capacidades a medida que crecen.

Paula de Marcos Aragón
Paula de Marcos Aragónhttp://www.cronicanorte.es
Paula de Marcos Aragón, periodista, licenciada en Ciencias de la Información y vecina de Algete. Es redactora en Crónica Norte desde 2021.

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