Los servicios de patinete compartido (también conocido como e-scooter) se han multiplicado en todo el mundo como una forma de transporte urbano. Su uso ha crecido tan rápidamente que los responsables políticos y los investigadores aún necesitan comprender su interrelación con otros modos de transporte.
Un equipo de investigadores de la Universidad politécnica de Madrid (UPM) y del Centre of Transport Studies de University College London (CTS-UCL) ha llevado a cabo un estudio para confirmar o desmentir, basándose en datos empíricos, si la utilización de los nuevos medios de micromovilidad, como la bicicleta o el patinete compartidos, se restringe a desplazamientos hasta o desde una estación de transporte público –las llamadas “primera y última milla”− o si, realmente, tienen entidad propia como alternativa de movilidad urbana.
Con este fin, los investigadores han desarrollado una metodología cuyos resultados revelan que los patinetes compartidos son más que un mero complemento del transporte público, ya que juegan un papel auxiliar en zonas con baja cobertura e, incluso, sustitutivo. La metodología desarrollada contribuirá a la comprensión de los servicios de e-scooter como parte de la movilidad urbana compartida.
Analizar los servicios de patinetes
El Grupo de Biometría, Bioseñales, Seguridad y Smart Mobility (GB2S) de la UPM ha liderado una investigación conjunta con el CTS-UCL con el objetivo de analizar la operación real de los servicios de patinetes compartidos en la ciudad de Roma y extraer, de forma autónoma, su relación con el transporte público. La respuesta ha sido clara: el 50% de los viajes en patinete compartido en dicha ciudad, bien se realizan en tramos que podrían haber sido cubiertos en metro o tren, o bien dan servicio a zonas urbanas con una baja infraestructura de transporte público.
Como señala Juan José Vinagre, investigador de la UPM que ha liderado el estudio, “estos resultados constituyen una importante herramienta para conocer la verdadera relación que existe entre los nuevos servicios de micromovilidad y el transporte público, de forma que sea posible optimizar la operación, individual y conjunta, de ambos medios, el diseño de las infraestructuras urbanas de comunicación y el servicio ofrecido a los usuarios”.
