La población de águila imperial ibérica en la Comunidad de Madrid ha experimentado un notable crecimiento, con un aumento del 12,8% en el número de parejas reproductoras respecto al año 2024. Este incremento consolida a la región como el territorio con la mayor densidad de esta especie en toda España, superando la cifra de una pareja por cada 100 kilómetros cuadrados. El éxito se refleja en el número total, que asciende a 109 parejas anidadas, y en el incremento del 9,3% en sus crías.
El águila imperial ibérica es un caso de éxito de conservación. A finales de los años 70, la especie estuvo a punto de desaparecer de la región, contando entonces con tan solo diez parejas reproductoras. Desde 1999, el Gobierno regional de la Comunidad de Madrid mantiene un programa específico de seguimiento para esta ave, catalogada en peligro de extinción.
Gracias a estas actuaciones de largo recorrido, la población madrileña de águilas ha tenido una evolución muy favorable. Este año, de las 109 parejas contabilizadas, se realizó el monitoreo del 82% de ellas (97 parejas), constatando que se han reproducido con éxito, logrando sacar adelante a 129 pollos.
La labor esencial de los agentes forestales y los expertos

El éxito de la recuperación se debe en gran medida a la labor de los expertos medioambientales y del Cuerpo de Agentes Forestales. Estos profesionales se ocupan de detectar y mitigar amenazas serias para las rapaces, como el uso ilegal del veneno o las electrocuciones causadas por los tendidos eléctricos.
Además, los Agentes Forestales desempeñan un papel crucial en la supervivencia de las crías. Se encargan de arreglar los nidos deteriorados, recoger a los pollos que caen accidentalmente y marcarlos para realizar un seguimiento de sus movimientos y garantizar su seguridad en la región. El monitoreo constante y la intervención directa en el hábitat son clave para mantener esta tendencia de crecimiento poblacional de la fauna madrileña.
Otras rapaces amenazadas también se recuperan
El aumento no se limita solo al águila imperial. El Catálogo Regional de Fauna Amenazada incluye 131 especies, siendo las aves el grupo más numeroso con 61. Por ello, el informe destaca un aumento significativo en la presencia de otras rapaces en peligro de extinción, lo cual es considerado un muy buen síntoma para el ecosistema.
Especialmente notable es el incremento en la población de buitre negro y buitre leonado. El buitre negro, que también está catalogado en peligro de extinción, ha pasado de solo 33 parejas en 1989 a más de 250 en 2025. La zona de Rascafría se ha consolidado como un refugio vital para esta especie, albergando una de las siete colonias más grandes de España.
Las poblaciones de aguilucho cenizo y cernícalo primilla, ambas ligadas a zonas agrarias, también están en aumento. Para el aguilucho cenizo, se han establecido acuerdos con los agricultores para retrasar o evitar la cosecha en los entornos de los nidos, protegiendo a las crías. En el caso del cernícalo primilla, la estrategia se centra en la aportación de alimento extra en las colonias de cría.
Finalmente, el águila perdicera ha mejorado su situación gracias a una medida directa contra su principal causa de mortalidad: la adecuación de tendidos eléctricos. Esta medida de protección de infraestructuras ha beneficiado también a otras aves de gran tamaño como el milano real, la cigüeña y el águila real, garantizando la seguridad aérea de una parte importante de la biodiversidad de la comunidad.










