La crisis geopolítica ha evidenciado la urgencia de reducir la dependencia energética europea del gas ruso. En este contexto, el biometano se posiciona como una solución clave, con capacidad para cubrir hasta un 20% de esas importaciones en 2030 y fortalecer la independencia energética del continente.
La creciente inestabilidad mundial y la volatilidad en el mercado del gas natural han expuesto la vulnerabilidad de Europa ante su alta dependencia de las importaciones energéticas, especialmente del gas ruso. En respuesta, el biometano emerge como una alternativa renovable y estratégica para diversificar el suministro y avanzar hacia una energía más segura y limpia.
Este combustible renovable, producido a partir de residuos orgánicos, tiene la ventaja de integrarse directamente en las redes de gas existentes, convirtiéndose en un vector energético versátil y accesible. Según la European Biogas Association (EBA), la producción de biometano podría alcanzar los 35.000 millones de metros cúbicos anuales para 2030, cifra que cubriría cerca del 20% de las importaciones actuales de gas ruso en Europa, aumentando la autonomía energética europea, según European Biogas Association.
Ventajas del biometano para la transición energética
El biometano no solo reduce la dependencia exterior, sino que también aporta beneficios ambientales importantes. Al ser un gas renovable con emisiones neutras de CO2, facilitar la descarbonización del sector energético europeo, alineándose con los objetivos climáticos de la Unión Europea para 2030 y 2040.
Su producción fomenta la economía circular, valorando residuos agroindustriales y urbanos, y contribuye al desarrollo rural y la generación de empleo local. Por ejemplo, una planta típica de biometano puede evitar la emisión de más de 20.000 toneladas de CO2 al año y crear unos 60 empleos directos e indirectos.
Progreso desigual en Europa: líderes y desafíos

El sector del biometano avanza a diferentes ritmos en Europa. Alemania, Francia, Italia y Dinamarca son líderes por sus políticas públicas favorables. Dinamarca, por ejemplo, obtiene ya el 40% del gas inyectado en red de biometano y aspira a alcanzar el 100% para 2030.
España, pese a su potencial, solo cubrió el 0,1% de su demanda de gas con biometano en 2023, debido a dificultades regulatorias que frenan la inversión y desarrollo del sector.
Políticas europeas que impulsan el biometano
El impulso al biometano está sustentado por políticas como el Plan REPowerEU, con un objetivo claro de producir 35.000 millones de metros cúbicos dependencia anuales para 2030, para reducir la energética del gas fósil ruso, según la Comisión Europea y European Biogas Association.
Asimismo, el Pacto Industrial Limpio de la UE promueve regulaciones y proyectos que buscan descarbonizar y fortalecer la economía, donde el biometano es pieza fundamental.
El biometano como motor de independencia y sostenibilidad
El biometano ofrece a Europa una oportunidad estratégica para afrontar sus retos energéticos. Su capacidad de sustituir parte del gas fósil importado mejora la seguridad del suministro y facilita un modelo energético respetuoso con el medio ambiente.
Para lograr este objetivo, los países deben mantener políticas adecuadas, atraer inversiones y fomentar la innovación tecnológica. Solo así el biometano podrá consolidarse como un pilar esencial en el mix energético europeo, garantizando mayor independencia y protección climática.










