Goza de poco prestigio gastronómico, pero el nabo también tiene su utilidad en la cocina. Se trata de una raíz carnosa y alargada que tiene color amarillo pálido y, a veces, violeta en la base de sus hojas.
Es muy común para la guarnición o empleado como ingrediente clave en diversas preparaciones: manos de cerdo, con pato o con la chucruta.
El nabo es de origen europeo, aunque también se cultiva en otras partes del mundo, como la India y se convirtió, durante mucho tiempo, en referente para la preparación de algunos platos como sopas y pucheros. Además, hay países que consideran al nabo como “hortaliza nacional”. Es el caso de Escocia.
Se trata de un alimento poco energético, que dispone de agua, azufre, potasio y, también altas cantidades de azúcar. Normalmente se preparan cocidos y son indispensables en muchas ollas. Suelen prepararse como las zanahorias -glaseados a la inglesa, con mantequilla, a la crema, etc-, o bien en puré o en soufflé.