La calma del distrito norte de Alcobendas se vio ha visto interrumpida por una visita tan inesperada como habitual últimamente: la de varios jabalíes merodeando cerca del IES Gloria Fuertes. La Policía Local ha alertado a los vecinos con un mensaje en sus redes sociales. Pero más allá del susto, el episodio vuelve a poner sobre la mesa un problema: la convivencia cada vez más complicada entre la fauna silvestre y la vida urbana.
Ver jabalíes cruzando calles o rondando parques a plena luz del día ya no es una rareza en zonas como Fuente Lucha o el entorno de la Dehesa Boyal. Lo que antes era una anécdota de campo se ha vuelto rutina. Los animales bajan atraídos por la comida fácil y la basura; los contenedores abiertos o los restos en las aceras son, de hecho, su mejor banquete.
El aviso policial: mantenga la calma y el móvil guardado
En su comunicado, la Policía Local ha lanzado varios consejos básicos para los encuentros con estos animales: mantener la calma, no girarles la espalda y, sobre todo, no intentar hacerles fotos ni darles de comer. También insistieron en que, si el animal parece agresivo o está herido, lo más prudente es llamar al 092 , sin intentar intervenir por cuenta propia.
El mensaje remarca algo que a menudo se olvida: los jabalíes no atacan sin motivo, aunque su tamaño y su fuerza puedan intimidar. Su objetivo es simple: comer y refugiarse. El problema empieza cuando se encuentran en las calles urbanas todo lo que el bosque ya no les ofrece.
El origen del problema: basura fácil y hábitats en retirada
Los especialistas en fauna urbana llevan años advirtiendo que la expansión de las ciudades hacia zonas verdes como el Monte de Valdelatas, la Dehesa Boyal o el arroyo de Viñuelas está reduciendo el espacio natural de los animales salvajes. La presión humana y los residuos son el detonante de una convivencia forzada.
Según los técnicos medioambientales, la comida accesible —desde restos de picnic hasta pienso para mascotas— actúa como un imán que explica por qué estos animales aparecen cada vez más cerca de colegios, rotondas y parques.
De la anécdota al riesgo
Aunque de momento los incidentes graves son escasos, las autoridades locales temen que el exceso de confianza derive en sustos mayores. El instinto territorial de los jabalíes puede aflorar si se sienten acorralados. Por eso insisten en evitar movimientos bruscos y mantener siempre las distancias.
Las protectoras de animales, por su parte, recuerdan que los jabalíes no deben ser demonizados. Son víctimas de un ecosistema alterado, no los culpables. El verdadero desafío —coinciden— está en revisar la gestión de residuos y los límites entre lo urbano y lo natural.
Un reto compartido en la zona norte de Madrid
Ni Alcobendas ni Sanse escapan de un fenómeno que se repite cada primavera y otoño. En cuanto baja el tráfico y las noches son más frescas, los jabalíes se aventuran a buscar alimento en las zonas residenciales limítrofes. La combinación de huida del calor, basura accesible y vegetación abundante ha convertido el norte de Madrid en una ruta habitual de fauna salvaje.
La Policía Local insiste en que no hay motivos para el pánico, pero sí para la precaución. “Recuerda: los jabalíes solo buscan comida y refugio, no quieren problemas.”, señalan desde el cuerpo.
