La Comunidad de Madrid protege su legado rural con el esquileo de razas ovinas autóctonas
Un total de 400 ovejas han sido esquiladas esta semana en Aranjuez y Colmenar Viejo para garantizar su bienestar ante la llegada del calor y preservar el esquileo
una tradición ganadera en peligro de desaparición.
¿Por qué sigue siendo importante el esquileo tradicional?
En pleno siglo XXI, la imagen de un rebaño siendo esquilado puede parecer una estampa anacrónica. Sin embargo, esta práctica ancestral no solo sigue vigente, sino que se considera esencial para la salud y el bienestar animal. Así lo defiende el Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA), que ha llevado a cabo una jornada de esquileo con cerca de 400 ejemplares de dos razas ovinas autóctonas: la Rubia de El Molar y la Negra Colmenareña.
Además de eliminar el exceso de lana antes de los meses más calurosos, el esquileo previene enfermedades dermatológicas y parasitarias que pueden afectar gravemente a los animales. Este cuidado forma parte del esfuerzo por garantizar productos cárnicos y lácteos de alta calidad, procedentes de razas tradicionales con un valor gastronómico creciente.

Razas autóctonas en peligro: ¿podemos evitar su desaparición?
La Rubia de El Molar y la Negra Colmenareña no son simples nombres curiosos: representan un patrimonio genético y cultural que hoy está amenazado. Con apenas 1.800 y 7.000 ejemplares registrados, respectivamente, estas razas se consideran en peligro de extinción. Su cría no solo mantiene viva una tradición, sino que contribuye al equilibrio medioambiental y a la sostenibilidad del campo madrileño.
Ambas razas forman parte de programas de mejora genética enmarcados dentro del trabajo de IMIDRA. Las ovejas seleccionadas se crían en la finca La Chimenea (Aranjuez) y en el Centro de Selección y Reproducción Animal (CENSYRA) de Colmenar Viejo, donde se estudian sus características más destacadas para compartir con ganaderos interesados en reforzar sus explotaciones con ejemplares autóctonos.
Historia y características de las razas ovinas madrileñas
La riqueza ovina de la Comunidad de Madrid se manifiesta en varias razas con profundas raíces históricas, adaptadas al entorno y a los usos tradicionales. Además de la Rubia de El Molar y la Negra Colmenareña, que han sido objeto del reciente esquileo, la región ha contado con otras variedades como la Churra y la Manchega, aunque estas últimas tienen mayor presencia en otras comunidades.
A continuación, se resumen las principales características de las dos razas protagonistas:
Raza | Procedencia histórica | Características principales | Población estimada |
---|---|---|---|
Rubia de El Molar | Sierra Norte de Madrid | Lana clara, gran capacidad lechera, buena rusticidad | 1.800 ejemplares |
Negra Colmenareña | Colmenar Viejo y alrededores | Lana oscura, apta para carne, gran adaptación a terrenos secos | 7.000 ejemplares |
La Rubia de El Molar se cría históricamente en zonas de sierra y destaca por su docilidad, su aprovechamiento lechero y una lana de calidad media, clara y espesa. La Negra Colmenareña, por su parte, presenta una pigmentación oscura muy característica y está especialmente valorada por su carne, con una excelente adaptación a pastos pobres y climas extremos.
Bienestar animal y sostenibilidad en el campo madrileño
El esquileo no es solo una cuestión de tradición. Desde el punto de vista veterinario, es una medida preventiva que evita complicaciones dermatológicas, fomenta la higiene y mejora el bienestar general de los animales. Además, la lana retirada permite a los rebaños soportar mejor las altas temperaturas estivales.
Pero los beneficios no acaban ahí. Las ovejas, alimentadas en espacios abiertos, contribuyen a la prevención de incendios forestales gracias a su acción natural sobre la vegetación. Este tipo de pastoreo no intensivo aporta materia orgánica al suelo, mejora su fertilidad y se convierte en una herramienta útil para el mantenimiento de los paisajes agrarios tradicionales.
¿Tiene futuro la ganadería extensiva en Madrid?
Más allá de la jornada de esquileo, lo que se pone en valor es un modelo ganadero que apuesta por la sostenibilidad, el arraigo territorial y la biodiversidad. Las razas Rubia de El Molar y Negra Colmenareña no solo aportan productos de calidad, sino que también representan una forma de vida que ayuda a fijar población en las zonas rurales de la Comunidad de Madrid.
“Esta práctica asegura el bienestar de los animales en verano y evita problemas parasitarios y dermatológicos”, destacan desde el IMIDRA, como resumen de una actividad que une ciencia, tradición y compromiso con el entorno.
Un modelo ganadero que merece apoyo
En un momento en el que el medio rural busca nuevas vías para mantenerse vivo y productivo, ejemplos como este invitan a la reflexión: ¿estamos haciendo lo suficiente para proteger nuestro patrimonio ganadero? ¿Podría la apuesta por lo autóctono ser una salida frente a la homogeneización alimentaria?
La Comunidad de Madrid, a través del trabajo de investigación y conservación genética que realiza el IMIDRA, ofrece una respuesta práctica y con visión de futuro: cuidar lo propio, mejorar lo existente y garantizar que generaciones futuras puedan seguir disfrutando de estos recursos y saberes.