¿Por qué ciertos sabores nos gustan más al comer? La ciencia detrás del sentido del gusto

Cuando comemos, no es solo el sabor dulce, salado, amargo, ácido lo que percibimos. Todo comienza con proteínas especializadas llamadas receptores del gusto que detectan los compuestos químicos de los alimentos. Estas proteínas envían señales al cerebro para interpretar esos sabores, pero no actúan de manera aislada. Dentro de las células, forman una red que interactúa con muchas otras proteínas, una conexión que hasta hace poco se conoció poco y cuyo entendimiento puede abrir nuevas puertas para mejorar cómo nos alimentamos y tratamos problemas relacionados con el apetito o la percepción del sabor.

Inteligencia artificial para desentrañar el misterio

Un estudio reciente liderado por científicos de la Universidad de Granada, en colaboración con un consorcio europeo, utilizó inteligencia artificial para analizar más de 2,5 millones de datos experimentales y predecir cómo se relacionan estas proteínas receptoras del gusto con otras dentro del cuerpo. El modelo no solo identificó si dos proteínas interactúan, sino también la fuerza de esa unión, información clave para determinar cuáles son las interacciones biológicamente importantes.

Luego, mediante simulaciones moleculares, los investigadores observaron cómo estas proteínas se unen y cambian su forma, lo que les permitió validar algunas predicciones del modelo con gran detalle.

Un hallazgo sorprendente: la proteína moduladora del gusto amargo

Entre los descubrimientos más relevantes está la interacción entre un receptor que detecta sabores amargos, llamado TAS2R41, y una proteína llamada CHMP4A, que hasta ahora se conoció por su papel en la reparación celular. La investigación demostró que esta unión puede modificar la flexibilidad del receptor, facilitando la entrada de compuestos amargos y aumentando la sensibilidad a estos sabores. Esto sugiere que algunas proteínas pueden modular nuestro sentido del gusto desde dentro del cuerpo, sin necesidad de estímulos externos.

Más allá del paladar: posibles funciones nuevas

Este avance plantea la posibilidad de que los receptores del gusto no solo funcionen en la lengua, sino que también tengan roles en otros procesos del organismo, como la regulación del apetito o la respuesta a medicamentos.

Relevancia para la salud y la alimentación personalizada

Comprender estas redes moleculares puede explicar por qué algunas personas tienen más apetito o prefieren ciertos alimentos más que otros, basándose en diferencias biológicas y no solo culturales. Esto abre el camino para diseñar alimentos más adaptados a las preferencias individuales sin perder valor nutricional, lo que podría facilitar que más personas sigan dietas equilibradas.

Además, este conocimiento podría ayudar a tratar a quienes tienen problemas de apetito o alteraciones del sabor, comunes en pacientes con enfermedades crónicas, personas mayores o quienes reciben tratamientos como la quimioterapia.

Una herramienta para mejorar la relación con la comida

En un contexto donde alimentarse bien puede ser un desafío por motivos económicos, culturales o de salud, comprenda cómo funciona el gusto a nivel molecular es una herramienta valiosa. Nos permite tomar decisiones más informadas, prevenir enfermedades y promover una relación más saludable y placentera con la comida.

Paula de Marcos Aragón
Paula de Marcos Aragónhttp://www.cronicanorte.es
Paula de Marcos Aragón, periodista, licenciada en Ciencias de la Información y vecina de Algete. Es redactora en Crónica Norte desde 2021.

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